Esta tarde, a las 20:00 horas, se conmemorará un año más la figura del Venerable Fernando Contreras en una misa en su memoria presidida por Manuel Cotrino Bautista, capitular y párroco de la Iglesia del Sagrario. A la finalización se accederá a la Catedral para realizar una ofrenda floral ante el sepulcro del Beato.
El padre Gabriel de Aranda destacaba el perfil humano y espiritual de uno de los hijos más insignes de la Iglesia en Sevilla: el venerable Fernando de Contreras, que es, además, uno de los personajes claves para entender la trayectoria en Andalucía de San Juan de Ávila.
“Un sacerdote secular de suma perfección, un hombre tan puro, como si fuera un ángel; tan pobre, como si para él no se hubieran creado los bienes del mundo; tan caritativo con los prójimos, como si todas las necesidades ajenas corriesen por su cuenta; tan celoso de la honra de Dios, como si toda ella únicamente estuviese a su cargo; tan solícito de la salvación de todos, como si fuera suya el alma de cada uno”.
Fernando de Contreras nació en Sevilla hacia 1470, en el seno de una familia cristiana y fue bautizado en la iglesia parroquial de San Gil. De su etapa infantil apenas se sabe, era de familia humilde y fue adoctrinado en las enseñanzas de la Iglesia Católica. Tuvo que abandonar los estudios primarios para ayudar a su padre. En 1488 abrazó el estado eclesiástico y gracias a un beneficio en Olvera, otorgado por el arzobispo Diego Hurtado de Mendoza, en 1492 pudo terminar la carrera eclesiástica y ordenarse sacerdote en 1499. Posteriormente renunció a dicho beneficio y regresó a Sevilla, donde celebró su primera misa en la capilla de la Virgen de la Antigua de la SEO hispalense. En Sevilla estudió Gramática, Humanidades y Moral, y quedó adscrito como capellán de coro de la Catedral de Sevilla.
El cardenal Cisneros, uno de los grandes referentes de la Iglesia y la sociedad de su época, le ofreció la posibilidad de estudiar en la Universidad de Alcalá de Henares, y sería allí donde conocería a dos personajes claves en su vida: doña Teresa Enríquez de Alvarado y un jovencísimo Juan de Ávila.
Instalado en Torrijos, atendía a los pobres y enfermos con la ayuda económica de Enríquez de Alvarado, quien confió en Contreras una de sus grandes preocupaciones, la redención de los cautivos en las cárceles del norte de África, principalmente los niños y niñas. Con esta cobertura logística, el padre Contreras realizaría hasta ocho viajes a territorios berberiscos de los que regresaría con muchos rescatados. Pero su atención a la infancia no se limitaría a estos trayectos a través del Estrecho, sino que además consiguió del arzobispo Alonso Manrique de Lara la creación del Colegio de San Isidoro, en la que se acogería a niños huérfanos, y compuso un catecismo sobre la doctrina cristiana orientada a estas edades.
Falleció en el hospital de Santa Marta de Sevilla, donde pasó sus últimos días, y su entierro constituyó una demostración pública de la popularidad de que había gozado en vida, llevado su féretro a hombros a la Catedral de Sevilla, donde fue enterrado y de cuyas paredes cuelgan varias pinturas dedicadas al siervo de Dios, entre ellas su retrato pintado en 1541 por Luis de Vargas. Tras un funeral con la solemnidad acostumbrada por el Cabildo, sus restos descansan en una zona privilegiada de Seo Hispalense, entre el Altar Mayor y el Coro “como si fuera prebendado suyo”.