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EN ESTE APARTADO:

Sacristías

Sacristía Baja

Esta sacristía tiene planta rectangular. Se cubre con una bóveda de nervadura decorada con cabezas de ángeles y, en el centro, una paloma representando al Espíritu Santo. Está presidida por el gran retablo pictórico de la Transfiguración de Jesús.

Este recinto tiene un especial interés, dentro de la historia del templo, puesto que es lo único que ha quedado de la antigua mezquita-colegial. Data de principios del siglo XVI y perteneció a la antigua Capilla del Sagrario, que se construyó en la esquina sur-occidental del patio de los naranjos. Durante las obras de construcción del nuevo edificio barroco, fue utilizada como lugar de culto del cabildo de la colegial. Al mismo tiempo, servía como almacén de retablos, esculturas y enseres litúrgicos. De ahí que esta zona se salvara del derrumbe y haya perdurado, a través de los siglos, como testimonio arqueológico y artístico de las primeras etapas de la Colegial.

La moldura superior de cerámica de vivos colores, también data del siglo XVI. Posee parejas de angelitos que sostienen, alternativamente, una custodia eucarística y el emblema de la Colegial.

El gran retablo que preside esta sacristía fue realizado en 1631 como retablo mayor de la antigua colegial, hasta ser sustituido por el actual, en la segunda mitad del siglo XVIII. El lienzo de la Transfiguración es obra de Pablo Legot, notable pintor de la escuela sevillana del siglo XVII.

El cuadro situado a su derecha representa a María Magdalena y es obra de Pedro de Camprobín Passano, pintado entre 1632 y 1634. Es una excelente obra pictórica. María Magdalena aparece en actitud meditativa y melancólica, apoyando su rostro, de enrojecidas mejillas, sobre su mano izquierda.

Al lado tiene el lienzo de la Coronación de la Virgen. Es una copia barroca del lienzo original pintado por Guido Reni, conservado en la National Gallery de Londres.

La sillería que tiene a ambos lados de la sacristía. Pertenecen a la antigua del coro de la Colegial tallados a finales del siglo XVIII.

Esta escultura está considerada como una importante obra de finales del siglo XVI. Es de tamaño algo menor que el natural y estuvo ubicada en la sala capitular de la colegial. Conserva rasgos del dramatismo medieval como puede observarse en el desplazamiento de las piernas hacia el lado derecho, mientras el rostro aparece inclinado hacia el lado izquierdo.

Son Importantes lienzos del barroco sevillano pintados por Sebastián de Llanos Valdés en 1670. El de la izquierda corresponde a San Juan Bautista y el de la derecha a San Pablo. Este tema pictórico estuvo muy arraigado en la devoción popular sevillana: el culto a la cabeza cortada de los mártires.

La obra muestra un gran patetismo y realismo en las cabezas cortadas de estos dos santos. Fíjese en el color blanquecino de los rostros y las bocas abiertas que dejan ver los dientes. Es un claro signo de una muerte agonizante que contrasta con el fondo oscuro de la obra, pintado en tonalidades negras y ocres.

Este gran lienzo, de más de tres metros de altura, es también obra de Sebastián Llanos Valdés. Representa a San Millán de la Cogolla como matamoros en la batalla de Simancas. Se trata de un importante trabajo de perspectiva y lejanía. En primer plano aparece el santo; en segundo plano, las tropas cristianas con sus banderas y lanzas; y al fondo de la composición vemos un paisaje.

Sacristía Alta

Relieve realizado por el escultor Juan de Oviedo y de la Bandera, en el primer tercio del siglo XVII. El relieve de la Resurrección que puede ver a su espalda- formaba pareja del retablo mayor de la antigua Colegial-mezquita.

En un primer plano están la Virgen, San José y el Niño en el pesebre. Junto a ellos aparece un pastor que se arrodilla y entrega una ofrenda. Destacar el trabajo realizado con los paños y los rostros. Estos se alejan del idealismo renacentista a favor de un mayor naturalismo y composiciones más populares.

Esta pintura fue realizada por Maese Pedro en el siglo XVI. La imagen central la ocupa un blanquecino cuerpo de Jesús, atado de manos, con el manto púrpura abierto y anudado en la cintura, y la corona de espinas. Detrás de él vemos a un soldado de rasgos clásicos y otra figura masculina, con turbante y larga barba, que adelanta su mano para colocar una vara, a modo de cetro, en las manos de Jesús.

Es una pintura anónima de finales de siglo XVIII que representa al Apóstol San Pedro junto a sus atributos. Aparece como hombre mayor, con poco pelo y barba recortada, con un curioso hoyuelo en la barbilla. Puede considerarse como un modelo de los numerosos apostolados que los grandes pintores del momento hicieron para diferentes iglesias.

Ésta es una Interesante escultura, de reducido tamaño, de la Inmaculada Concepción. realizada en la segunda mitad del siglo XVII. La Virgen aparece con las manos unidas en actitud de oración. Está vestida con una túnica dorada de rica decoración vegetal, y con un manto azul salpicado de estrellas. Su cabeza se inclina ligeramente hacia abajo para perder su mirada en la lejanía. Descansa sobre una peana de cabezas de angelitos con la luna a sus pies. Debajo un fiero dragón abre sus fauces. Esta obra posee una clara influencia de la Inmaculada Concepción del escultor Juan Martínez Montañés, conocida popularmente como «la cieguecita» y que se encuentra en la Catedral hispalense.

Es un relieve de la segunda mitad del siglo XVIII. Formaba parte del fabuloso altar de plata de la Capilla Sacramental.

Se representa la escena de la Anunciación de la Virgen. En un primer plano aparecen la Virgen y el Arcángel Gabriel, afrontadas y con un reclinatorio de plata que los separa. La Virgen con las manos unidas en el pecho, está vestida con túnica y manto de ricos estofados.

En la parte superior de la composición hay dos filas de ángeles, siguiendo el carácter simétrico del relieve, flanqueando a un bondadoso Padre Eterno bajo el cual aparece una paloma en plata que representa el Espíritu Santo.

Es una obra de Sebastián de Llanos Valdés de la primera mitad del siglo XVIII. Tiene una gran calidad de pinceladas con atrevidas tonalidades cromáticas. Éstas van de los vivos rojos de las vestiduras de Abraham a las doradas tonalidades del ángel e Isaac. Está considerada como una de las mejores obras del artista.

El ángel sostiene el brazo derecho del viejo Abraham que se dispone a cumplir la orden de Dios y sacrificar a su joven hijo Isaac. Éste con las manos atadas y de espalda espera el golpe mortal de su progenitor. Junto a él la pira del sacrificio y un cordero.

Obra de Juan de Oviedo y realizado en 1620. Se trata de un relieve escultórico en el que se representa la escena de la Resurrección de Cristo triunfante. Aparece ataviado con una túnica de un rojo muy intenso que permite resaltar la volumetría de su cuerpo. Destaca el alargamiento del cuerpo, participando todavía del canon renacentista. Con una mano sustenta la bandera de la Resurrección y con la otra bendice. La figura de Cristo se sitúa sobre el sepulcro, junto a él se disponen tres centuriones romanos dormidos ajenos a lo que está ocurriendo.

Se dice que contiene en el interior del templete un fragmento del extremo distal del húmero de dicha Santa. Es el  “brazo” que figura en la documentación como traído de Roma y que fue presentado en cabildo como venerable reliquia el 15 de junio de 1703. Está labrado de cristal y metal plateado, rematado por el emblema de la Colegial.

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