Domenico FANCELLI, 1510
Capilla de la Antigua
Miguel PERRIN, 1522 – 1523
Tímpano de la puerta de la campanilla
Miguel PERRIN, 1520 – 1522
Tímpano de la puerta de los palos
ANÓNIMO,, 1539
Capilla de Scala
ANÓNIMO, 1401
Capilla de Santiago
Pedro MILLÁN, Siglo XV
Tímpano de la puerta del baptisterio
Lorenzo de MERCADANTE, Siglo XV
Tímpano puerta de San Miguel
Miguel PERRIN, 1540
Trasaltar de la Capilla Mayor
ANÓNIMO, Siglo XIV
Parte superior del Altar Mayor, a 26 m
Atribuida a Nicolás de LEÓN, Siglo XVI
Capilla Virgen de la Estrella
ANÓNIMO, Siglo XIV
Capillas del alabastro, lado de la Epístola
ANÓNIMO, Siglo XIII
Sacristía Mayor
ANÓNIMO, Siglo XIV
Capilla de San Antonio
IMAGEN FERNANDINA, Siglo XIII
Capilla Real
Juan Martínez MONTAÑÉS, 1606
Capilla de San Pablo
Seguidor de Martínez MONTAÑÉS, 1650
Altar del Niño Mudo
Juan Martínez MONTAÑES, 1603
Capilla de San Andrés
Atribuida a Lorenzo MERCADANTE, 1454
Retablo del muro occidental del Templo
Círculo de Lorenzo MERCADANTE, Siglo XV
Retablo del muro occidental del Templo
Pedro ROLDÁN, 1664
Altar del Jubileo
Pedro ROLDÁN, 1671
Sacristía Mayor
Juan Martínez MONTAÑÉS, 1629-1631
Capilla zona del alabastro
EN ESTE APARTADO:
Escultura
El patrimonio escultórico de la Catedral de Sevilla tiene obras desde la baja antigüedad hasta finales del siglo XX y comprende no sólo las imágenes devocionales, la escultura monumental, los sepulcros, las lápidas e inscripciones sino también buena parte de los retablos y algunos muebles, señalados en otros apartados.
Las piezas más remotas son varias lápidas romanas, visigodas e islámicas y la fuente el Patio de los Naranjos. Las imágenes más antiguas fueron donadas por Fernando III y Alfonso X a la capilla de los Reyes y al altar mayor de la Catedral; la Virgen de los Reyes, patrona de la ciudad, es obra vinculada directamente al santo rey y la Virgen de la Sede preside el altar mayor desde el último cuarto del siglo XIII. La Virgen de las Batallas acompañó al rey Fernando III en su sepultura y del monumento funerario han permanecido dos lápidas con inscripciones en castellano, latín, árabe y hebreo encargadas por su hijo.
Gótico
De la primitiva Catedral mudéjar conservamos otras imágenes como son la Virgen de los Olmos, el Crucificado del Millón de finales del siglo XIII que corona el retablo mayor, a algunas lápidas funerarias y sepulcros como el de Mate de Luna (+1299). Según la documentación, los primeros sepulcros con efigies esculpidas fueron los de la familia Pérez de Guzmán y el del arzobispo Don Gonzalo de Mena (+1401) es un túmulo con la efigie del difunto tendido y relieves de la vida de Cristo y de la Virgen en alabastro.
Avanzadas las obras del templo gótico, cuando falleció el cardenal Juan de Cervantes (+1453) y el cabildo encargó su sepulcro de alabastro al escultor normando Lorenzo Mercadante de Bretaña, cuya estancia coincidió con el apogeo de las formas flamencas en Sevilla y el inicio de la escultura monumental en las portadas occidentales, del Nacimiento y del Baptisterio, cuyas figuras y relieves modeló en barro.
La escultura monumental en barro cocido constituye una manifestación plástica bajomedieval, que en Sevilla alcanzó cotas de gran calidad desde mediados del siglo XV y continuó en los periodos posteriores, debido fundamentalmente a la carencia de canteras de piedra próxima y adecuada para la talla esculpida. Pedro Millán modeló, a comienzos del siglo XVI, las imágenes para el altar de la Virgen del Pilar y concluyó la escultura de las portadas occidentales, uno de los conjuntos más interesantes de la escultura monumental europea.
Renacimiento
A comienzos del siglo XVI, otros escultores como Sebastián de Almonacid realizaron imágenes para los andenes de los triforios, para otros altares dotados por diversos miembros del cabildo y Doménico Fancelli estuvo en Sevilla para instalar el sepulcro del cardenal Hurtado de Mendoza en la capilla de la Antigua, que le había encargado el Duque de Tendilla para acoger los restos de su tío. El montaje del sepulcro en 1510, marcó una profunda huella en los trabajos renacentistas de las capillas de los alabastros. Obras del primer renacimiento son la decoración de la sacristía mayor, pila bautismal y dos relieves importados del taller florentino de Andrea de la Robbia y la decoración esculpida de la sacristía mayor.
En las primeras décadas del siglo XVI el Miguel Perrin fue el encargado de realizar las nuevas imágenes de barro cocido para el cierre del crucero desplomado en 1510, el programa escultórico renacentista que renovó la puerta del Perdón en 1519-1521 y dotó de una iconografía renacentistas las dos puertas orientales, de la Epifanía y de Entrada en Jerusalén. Así mismo, en 1522 la terminación del altar mayor propició la realización de un ambicioso programa iconográfico de cincuenta y seis figuras de barro cocido para sus paredes exteriores y testero de la capilla mayor, que inició el mismo escultor y concluyeron Juan Marín y Diego de la Pesquera en tercer cuarto del siglo XVI.
El periodo manierista dejó espléndidas muestras en tiempos del maestro mayor Hernán Ruiz y de sus sucesores, con los que colaboraron los escultores Juan Bautista Vázquez el Viejo, Diego de la Pesquera y Juan Guillen. Éstos junto a otros tallaron los relieves de la sala capitular y del antecabildo, concluyeron la ampliación del retablo mayor, de las paredes exteriores del altar mayor, hicieron piezas para el mobiliario litúrgico y la veleta monumental que fundió Bartolomé Morel en 1568 para remate del campanario de la Giralda.
Barroco
Los más afamados escultores de la escuela sevillana del barroco acometieron los retablos de numerosas capillas cuyas imágenes titulares gozan de gran devoción, tallaron sepulcros y muebles, reformaron el monumento de Semana Santa y esculpieron imágenes entre las que destacan las de San Fernando, canonizado en 1671. Obras de Juan Martínez Montañés, Pedro Roldán, Juan de Arce, Francisco y Dionisio de Ribas, Juan de Mesa, Alonso Martínez y Francisco Ruiz Gijón ocupan los altares y capillas de este templo, donde, además, podemos encontrar interesantes tallas en marfil de diversa procedencia y caracteres.
Neoclasicismo y siglo XIX
El nuevo solado de la Catedral en el siglo XVIII trasladó al trascoro las sepulturas más importantes, cuyas losas fueron renovadas y ocasionó la pérdida de numerosas lápidas renacentistas y barrocas. A finales del siglo XIX los escultores Ricardo Bellver, Agapito Valmitjana, José Esteve, Pedro Arnal, Alfonso Bergaz y Adolfo López Rodríguez realizaron los sepulcros de los cardenales de la Lastra, Cienfuegos y Lluch Garriga y acometieron la escultura monumental de las portadas de la Asunción, Ascensión y de San Cristóbal de acentuado carácter neogótico. En 1899 llegaron a Sevilla los restos del almirante don Cristóbal Colón, colocados tres años después en un mausoleo diseñado por Arturo Mélida y Alinari en 1891.
La escultura durante el siglo XX ha tenido un marcado carácter funerario desde que en 1812 Joaquín Bilbao concluyó el sepulcro del cardenal beato Marcelo Spinola. Luego Mariano.