Los añadidos neoclásicos: Pabellón
La historia del Pabellón de oficinas se remonta a principios del siglo XVIII, cuando existían una serie de casas situadas en el ángulo suroeste de la Catedral, correspondiendo a dependencias en alquiler, graneros y otros almacenes.
La precariedad de las estructuras hizo que el Cabildo propusiese construir un edificio anexo acorde con la categoría de la fábrica gótica; se alinearía la nueva obra con la ya existente en ese ángulo del edificio.
Fue hacia 1770 y como consecuencia del estado ruinoso de ese sector por lo que se iniciaron la obras, paralizadas al poco tiempo por falta de recursos económicos. En el siglo XIX y, tras ser designada Sevilla como sede de la exposición iberoamericana, se produce el empuje definitivo tanto ideológico como económico para terminar la obra. Se presentan nuevos proyectos, abandonando la idea de construir un segundo piso como se pretendía inicialmente; se reforma la fachada y se varía sus proporciones aplicando la idea de Francisco Javier Luque, concluyendo los trabajos en 1928.
La limpieza del alzado muestra un cerramiento interior dispuesto en un espacio apilastrado, configurándose una serie de estancias levantando muros de ladrillo. Estos pilares de profundos cimientos, están realizados con argamasa y la enorme proporción de que disponen incluyendo los arcos, hace presagiar esa segunda planta que no llegó a realizarse.
Concluiremos afirmando que la construcción del Pabellón supuso la implantación de una nueva organización del sector, al derribar la muralla y las estructuras adosadas a ésta, no sólo por mantener la presencia de las dependencias catedralicias iniciadas en período gótico, sino porque, y continuando actualmente, se dispuso de otra gran estancia expositiva y organizativa del espacio catedralicio en cuestión.