Facebook Instagram Youtube Youtube Twitter Web Oficial de la Catedral de Sevilla Único Sitio Oficial

EL LUNES 17 DE JULIO, SE CELEBRA EN LA CATEDRAL LA FESTIVIDAD DE LAS SANTAS JUSTA Y RUFINA

El lunes, 17 de julio, la Catedral de Sevilla celebra la festividad de las Santas Mártires Justa y Rufina. Se celebrará misa coral en la capilla Mayor a las 10:00 horas y de nuevo misa conmemorativa, pero en la capilla Real, a las 20:00 horas. Además, durante toda la semana de su festividad, la capilla de Santa Justa y Rufina en la Catedral permanecerá abierta con ornamentación floral.

Con una historia martirial que se entrelaza con la leyenda, la presencia devocional de estas santas ha sido una constante en la religiosidad popular de los sevillanos que en momentos de dificultades recurrieron al patrocinio de las santas alfareras. Este maridaje entre las santas y la ciudad tiene una elocuente justificación plástica en la más famosa iconografía de las santas hermanas abrazando la Giralda.

Santas Justa y Rufina. Una devoción a través del arte

Son muchas las representaciones artísticas que tenemos en la Catedral de las santas Justa y Rufina, cuya devoción se mantiene viva, en parte gracias al arte, después de más de mil ochocientos años. Nos remontamos al siglo III, cuando Hispalis se encontraba bajo el dominio del Imperio Romano, y hacemos un recorrido iconográfico por las santas que dan nombre a una de las parroquias ubicadas en el barrio de Triana.

Es poco lo que se conoce de la vida de estas dos mujeres, consideradas santas por las iglesias católica y ortodoxa. Además de la tradición oral, las primeras referencias escritas datan de varios siglos después de su vida, martirio y muerte.

Muchos artistas españoles han representado a las patronas sevillanas. Si viajamos a través del arte, la más famosa iconografía de las santas las muestra abrazando la Giralda -la tradición las señala como protectoras de la misma, considerando que por su intercesión no cayera tras el terremoto de 1504-, también portando palmas como símbolo del martirio y con objetos de barro alusivos a su profesión de alfareras. Siempre formando pareja. Como ha apuntado Ana Isabel Gamero, conservadora de la Catedral, en una conferencia pronunciada en la citada parroquia trianera, la intención en estas representaciones artísticas es mostrar en su juventud la naturaleza de la santidad y sus símbolos.

En la Catedral de Sevilla hay una capilla dedicada a las santas y en ella figuran las esculturas, realizadas por Pedro Duque Cornejo en 1728, que participan en la procesión del Corpus Christi. Pero no son las únicas representaciones que podemos encontrar en la seo hispalense. Acompañando al Señor Sacramentado, la imponente custodia que labrara Juan de Arfe contiene dos representaciones en plata.

Las alfareras en Triana

En cuanto a pintura, posiblemente la representación más antigua que conocemos en Sevilla sea la de iglesia de Santa Ana, en Triana. Obra del Maestro de Moguer (1515), se trata de una pintura sobre tabla que forma parte de un pequeño retablo. Ambas aparecen abriendo un gran telón para mostrar la ciudad de Sevilla, se ve la Giralda, que aún no era como la conocemos hoy en día, y le faltaba el remate que llevó a cabo Hernán Ruiz coronado por el Giraldillo.

Las santas Justa y Rufina llegaron a embellecer la parte exterior de la Giralda, en su cara norte. Eran unas pinturas murales obra del pintor sevillano Luis de Vargas, pero desgraciadamente no han llegado hasta nuestros días. La única forma de hacerse una idea de cómo eran esos frescos es contemplando el lienzo de Miguel de Esquivel, fechado en 1620. Esta obra servirá de partida para toda la iconografía posterior, con Bartolomé Esteban Murillo como mayor exponente.

De Murillo a Goya

Entre 1660 y 1670, el autor de las Inmaculadas realiza sus obras más importantes por lo que es considerada su época de máximo esplendor. En esas fechas pintó varios cuadros de las santas más veneradas de la ciudad, representándolas como dos bellas y elegantes damas de la Sevilla barroca. En 1665 pinta la magnífica versión de las santas de cuerpo entero para el primer cuerpo del Retablo Mayor del Convento de los Capuchinos de Sevilla, convirtiéndose con el tiempo en una de sus obras más populares. Es un cuadro de gran formato, que puede contemplarse hoy en el Museo de Bellas Artes, y que llega a tener mucha devoción. Santa Justa mira hacia el espectador con gesto tranquilizador en una conexión directa, mientras su hermana Justa mira al cielo. Las santas están representadas por dos jóvenes bellas y delicadas, situadas de manera frontal.

En esta obra magistral se basó Francisco de Goya para realizar el cuadro que hay en la Catedral de Sevilla, concretamente presidiendo el altar mayor de la Sacristía de los Cálices.

Si accedemos a la sala capitular y elevamos la mirada contemplamos entre los ocho santos sevillanos a las dos hermosísimas imágenes de las santas, que salieron de los pinceles de Murillo entre los años 1667 y 1668. Visten al gusto romano reproduciendo en ellas su ideal de belleza femenina, y muestran la amabilidad de su expresivo y delicado semblante.

Desde la Catedral hasta el último rincón de la ciudad, decenas de artistas han dejado plasmada esta devoción. Diego de Pesquera, Lorenzo Mercadante, Francisco Pacheco, Zurbarán o Juan de Espinal, hasta volver a la Parroquia del Sagrario, donde tuvieron hermandad y donde aún hoy en día la Sacramental catedralicia celebra la función en su honor. No olvidemos tampoco las imágenes que se custodian en el retablo de la iglesia colegial del Salvador o la parroquia que lleva sus nombres.

Como subrayaba la conservadora de la Catedral, “contemplando toda esta belleza en forma de arte, nos sentimos en la necesidad de imitar a estas dos jóvenes que entregaron lo más preciado, sus vidas por permanecer firmes a su fe. Ellas –añade- son la perfección de grandes valores: la solidaridad, la compasión, el servicio a los demás, el amor, el heroísmo, la paz, el perdón…” Esa belleza exterior de las santas alfareras representadas por grandes artistas nos hace ver, sin duda, la belleza interior de la santidad canonizada.

Martirio

Los primeros textos que se conservan del martirio están fechados entre los siglos VI y VII, cuya principal fuente documental continúa siendo el Pasionario Hispánico, libro litúrgico formado por el relato de los martirios o pasiones de los santos. Este histórico texto habla de Justa y Rufina como dos doncellas cristianas que vivían a las afueras de la ciudad de Sevilla en el siglo III, lo que permitió a algunos autores incardinarlas en Triana, donde ejercerían la labor de alfareras. Este oficio les permitía, además, socorrer a los necesitados que recurrían a menudo a la generosidad de las hermanas.

Las diferentes versiones hagiográficas del sufrimiento martirial son bastante precisas en lo referente al suceso que produjo el encarcelamiento de las hermanas, acaecido en una procesión celebrada por los romanos en las fiestas adonías del mes de julio y en la cual se portaba en unas parihuelas una imagen de la diosa Salambó. Las fiestas eran celebradas en honor de Afroditas y Adonis, pasando el cortejo cerca de la tienda de las santas. Uno de los participantes pedía un óbolo a los espectadores, pero ellas valientemente se negaron argumentando que no creían en ídolos. Esta contestación hizo que el interpelado arremetiera contra las vasijas de las hermanas que se rompieron; ellas, por su parte, empujaron las parihuelas que al caer al suelo destrozaron del ídolo. Este hecho hizo que fueran apresadas y encarceladas, donde sufrieron crueles tormentos con el fin de conseguir su apostasía. Un tormento clásico era llevar a los condenados a pie y descalzos por unos montes, padeciendo torturas y vejaciones. La primera en morir fue Justa, siendo su cuerpo enterrado en un pozo de donde lo mandó sacar el obispo Sabino para sepultarlo cristianamente. A las pocas jornadas, Rufina fue decapitada y su cuerpo quemado de forma pública en el anfiteatro, de donde unos valerosos cristianos lo recogieron para brindarle culto y sepultura.

Devoción y patronato

CATEDRAL DE SEVILLA, VIDRIERA CAPILLA BAUTISMAL

La veneración a las mártires tiene su corazón en la antigua ermita erigida por el obispo Sabino, junto a la Puerta de Córdoba, donde se dio sepultura a las reliquias de las santas. Actualmente es el convento de los Capuchinos, cuyo cenobio sigue manteniendo la titularidad de las santas mártires.

La celebración de la fiesta litúrgica de las santas se festejaba en la Catedral el día 17 de julio con rito doble de primera clase y estación a su capilla, coincidente con la de Santiago. La preponderancia de la festividad se denota ya en el sínodo convocado en 1586 por el cardenal Rodrigo de Castro, donde figura como fiesta de primera clase para la ciudad de Sevilla y sus arrabales.

Esta breve aproximación a los primeros tiempos de la devoción es signo elocuente de la devoción a las Patronas de la Ciudad de Sevilla refrendado el título en el Misal propio de la Archidiócesis, siendo los Patronatos de concesión pontificia sobre la ciudad los de san Isidoro, y el Principal sobre Sevilla y Archidiócesis de Nuestra Señora de los Reyes por gracia de Pío XII el 15 de agosto ante la súplica del pueblo sevillano en la figura del cardenal Pedro Segura y Sáenz.

En los documentos antiguos conservados o referenciados se cita como las fechas del martirio las del 17 de julio al 19 de julio.

COMPRAR
ENTRADAS