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De nuevo, la Giralda es escenario de las denominadas «Lágrimas de San Pedro», toques interpretados por la Banda de Nuestra Señora del Sol. Esta tradición, que se remonta al siglo XV y que fue recuperada hace más de 30 años pero que durante muchos estuvo sin celebrarse, vuelve a ser habitual en Sevilla en la festividad de San Pedro.
El nombre se toma de las lágrimas que derramó el apóstol San Pedro, primer Papa de la Iglesia, en el atrio de la Casa de Caifás, en Jerusalén, cuando negó tres veces a Jesús. De ahí que se celebre en la festividad litúrgica suya. Esos lamentos, convertidos en toques de cornetas, se remontan a 1403, cuando, al volver el infante Don Fernando de la conquista de Antequera, se hicieron grandes regocijos y repiques y luminarias como la noche de San Pedro.
Fuegos y luminarias
En 1551, el canónigo Rivera, destina sus bienes para financiar esta tradición. Según fuentes del diario: ABC de Sevilla, en las «Memorias de fuego del abedor de la Iglesia Mayor Don Juan de Eguirola» se hace referencia al pago de fuegos artificiales que, por encargo del mayordomo del Cabildo Catedral, realizan don Pedro de Villalobos y don Francisco Alemán.
En 1629, el Cabildo dispone que sólo se permitan fuegos en la noche de San Pedro. Entre 1647 y 1648 es don Diego Alemán el responsable de esta celebración. Se interrumpe esta tradición entre los años 1839 a 1865 reanudándose a partir de entonces y sin interrupción hasta 1961, para volver a interpretarse en 1986.
Los toques se realizan el día 28 de junio a las 12 de la noche y el 29 a las 9:30 de la mañana y 12 del mediodía y es repetida tres veces por cada cara de la Giralda. Mientras se producen dichos toques, el cuerpo de alabarderos de la Banda del Sol monta guardia en la Puerta de los Palos del Templo Metropolitano. Una vez finalizados los toques el cuerpo de clarines y alabarderos se reúnen a las puertas de la Giralda para acudir hasta la Capilla Real y postrarse a los pies de la Virgen de los Reyes.
