El 13 de noviembre la Iglesia celebra la fiesta de San Leandro, obispo de Sevilla a partir del año 578. En la Catedral encontramos una capilla dedicada a este santo obispo, presidida por una imagen obra de Duque Cornejo.
Con este motivo, la capilla de la Catedral del mismo nombre permanecerá abierta y decorada especialmente durante la semana de su festividad.
Según describe Antonio Rodríguez Babio el delegado de patrimonio de la Archidiócesis de Sevilla y canónico de la Catedral, en la hoja diocesana del 12 de noviembre de 2021
Leandro nació en Cartagena entre los años 535 y 540, siendo el mayor de sus hermanos, todos santos: Fulgencio (obispo de Écija), Florentina e Isidoro (sucesor de Leandro en la sede hispalenses). En el 544 la familia viene a nuestra ciudad, donde Leandro ingresa en la vida monástica hasta el año 578 en que es nombrado obispo metropolitano de Sevilla. Murió probablemente el 13 de marzo del año 600 o bien del 601. De él dijo su hermano Isidoro: «Era hombre de condición apacible, de extraordinaria inteligencia y de preclarísima moralidad y doctrina. La conversión de los visigodos, de la herejía arriana a la fe católica, fue fruto de su constancia y prudencia«, aludiendo al papel importantísimo que tuvo durante el III Concilio de Toledo en el año 589.
Coincidiendo con el llamado Lustro Real, es decir, el traslado de la Corte del rey Felipe V de Madrid a Sevilla entre 1729 y 1734, se construye en la Catedral la Capilla dedicada al obispo San Leandro gracias a la generosa aportación del confesor de la reina Isabel de Farnesio, Domingo Valentín Guerra, arzobispo de Armida y obispo de Segovia, que había dispuesto ser enterrado en la Catedral hispalense, como documenta el historiador Fernando Quiles, quien enmarca esta operación en la controversia que la Catedral de Sevilla sostenía con la de Toledo por la primacía en la Iglesia española, ya que la Iglesia hispalense basaba precisamente su superioridad en la importancia de la figura de San Leandro, quien había recibido la palia arzobispal de San Gregorio Magno, con quien se supone que había trabado amistad durante su destierro en Constantinopla, distinguiendo de esta manera su sede como primada, así como en su papel capital en la renuncia de Recaredo al arrianismo y la conversión de su reino.
Dispuesta simétricamente con la capilla de San Isidoro, la dedicada a San Leandro se sitúa a la derecha de la puerta principal de la Catedral, la de la Asunción, y presenta una portada pétrea barroca, imitando la de la Capilla de San Isidoro, obra de Matías de Figueroa y Diego de Castillejo, con el posible apoyo del cantero Manuel Gómez, finalizada en 1734, que incluye dos retablos que flanquean el vano principal: el del Niño Mudo y el de la Virgen de las Angustias, también llamada de la Alcobilla. La magnífica reja que cierra la Capilla es obra de Francisco de Guzmán y de Francisco Ocampo el Menor.
Entre 1733 y 1734 Pedro Duque Cornejo talla la escultura del santo titular, la cual se encuentra presidiendo un retablo ejecutado por Manuel de Escobar en 1730. Duque Cornejo presenta a San Leandro vistiendo alba o sotana, roquete largo, estola y revestido de capa pluvial, llevando en su cabeza la mitra de obispo, mientras sostiene en su mano izquierda un libro, levantando su mano derecha con un gesto que nos hace presuponer que sostenía una pluma o bien el báculo, si bien actualmente ha desaparecido el atributo que portaba.
Del mismo autor son las restantes imágenes que completan el retablo de la capilla. A los lados del santo titular aparecen su hermano San Fulgencio y San Antonio Abad, mientras que en el ático encontramos a Santo Domingo de Guzmán, la más lograda de todo el conjunto. Igualmente son obra de Duque Cornejo los ángeles que aparecen en distintas zonas del retablo, como las columnas salomónicas o las volutas de la cornisa. Como señala Álvaro Dávila en la reciente monografía dedicada a este artista sevillano, éste se encontraba desde 1724 trabajando en la Catedral en las cajas de los órganos, mientras que posteriormente realizará el retablo de la Capilla de la Virgen de la Antigua, donde, al igual que en el retablo de San Leandro, está documentada la colaboración de su hijo Enrique.
Completan la decoración de la capilla dos pinturas fechadas en 1735 que representan respectivamente a San Leandro en el tercer concilio de Toledo y San Leandro instruyendo a Santa Florentina, obra ambas de un pintor de apellido italiano, J. Maussola, del que no conocemos más datos, siendo probable que se trate de uno de los artistas que trabajaban en el Real Sitio de San Ildefonso.