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¡¡Bendito y Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar!!

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El Corpus Christi, ha sido la fiesta mas importante de toda la Europa Occidental ya desde la Baja Edad Media. En el año 1264 el Papa Urbano IV redactó una  bula  en la que se instituía una fiesta anual en honor al Santísimo Cuerpo de Cristo. Para que esta conmemoración tuviese un gran esplendor, deseaba Urbano IV que se compusiera un Oficio y Misa propios.  Así, Santo Tomás de Aquino compuso el celebre himno:

Lauda Sion Salvatorem, lauda ducem et pastorem in hymnis et canticis (Loa, Sión, al Salvador, alaba a tu guía y pastor con himnos y cánticos)…tuos ibi commensales, cohæredes et sodales, fac sanctorum civium (admítenos en el Cielo entre tus comensales y haznos coherederos en compañía de los que habitan la ciudad de los santos)

En el siglo XIII, surgieron las grandes procesiones que llevaban al Santísimo Sacramento por las calles, primeramente dentro de un copón cubierto y después expuesto en un ostensorio. Los Papas Martín V (1417-1431) y Eugenio IV (1431-1447) concedieron indulgencias a quien participase en las procesiones. Más tarde, el Concilio de Trento en su Decreto sobre la Eucaristía, de 1551 subrayaba la importancia de la procesión del Corpus Christi:

“Declara además el santo Concilio que muy piadosa y religiosamente fue introducida en la Iglesia de Dios la costumbre, que todos los años, determinado día festivo, se celebre este excelso y venerable sacramento con singular veneración y solemnidad, y reverente y honoríficamente sea llevado en procesión por las calles y lugares públicos”[1]

En nuestra ciudad y particularmente en nuestra Catedral existen datos de la procesión del Corpus desde el año 1389, lo que no quiere decir que no se celebrara con anterioridad. Uno de los primeros testimonios es que nos da  Ortiz de Zúñiga que fija la cantidad gastada por la ciudad, en la celebración de 1389, “en setenta y nueve mil maravedís, suma para aquel tiempo considerable…, tan antiguo es esmerarse en Sevilla en esta festividad”[2] 

Un testimonio sobre el desarrollo de la procesión en el año 1454 lo ofrece José Gestoso:

“El día anterior se allanaban las calles y se limpiaban. En el Corral de los Olmos (Plaza de la Virgen de los Reyes) se ponían toldos, y en las Gradas los tapices del Arzobispo, cubriendo el suelo del templo y de las calles con juncias, alcacel y hierbas olorosas. La procesión del día del Corpus se iniciaba con doce mozos de coro, unos con hachas de cera que llevaban ángeles pintados o flores naturales, otros con pértigas de plata y otros con incensarios. Iban también dos órganos portátiles a los que acompañaban veintisiete cantores, ocho con jubones y guirnaldas en las cabezas, seis vestidos de ángeles tocando instrumentos y cuatro Profetas con sus leyendas correspondientes.

Detrás venía la Roca transportada por hombres, sobre la que iban representados Jesús, la Virgen, San Francisco y Santo Domingo, además de los cuatro Evangelistas con sus símbolos, todos representados por personas. La Roca iba cubierta por un cielo azul de algodón en rama con las estrellas, el sol y la luna, y dos juglares se encargaban de lanzar truenos ocultos por el cielo. Debajo del paso iban otros que imitaban el canto de las aves. Finalmente la Eucaristía iba en un arca acompañada por la Nobleza, cerrando la procesión el Arzobispo”[3]

Por tanto, la procesión del Corpus constituye una herencia fundamental en nuestra historia y hoy sigue siendo una manifestación particular y excelsa de nuestra fe. Acercarnos a acompañar al Santísimo recorriendo las calles es seguir en nuestra vida los pasos de Aquel que nos acompaña y camina con nosotros en nuestra vida de cada día.

Renovemos nuestra fe, un año mas, en Cristo Eucaristía que para nuestro deleite es Pan bajado del Cielo y alimento que nos nutre y digamos con todos los fieles:

         Alabado sea Jesús Sacramentado. ¡¡Sea por siempre bendito y alabado!!

 

 

[1] Gestoso, J.: Curiosidades antiguas sevillanas (Serie segunda), Sevilla, 1910, reedic. Sevilla, 1993,  93-95.

[2] Ortiz de Zúñiga, D.: Anales eclesiásticos y seculares de la ciudad de Sevilla, Madrid, 1796, edic. facs. Sevilla, 1992, tomo II, 231.

[3] Dezinger 1644.

 

Antero Pascual Rodríguez

Secretario Capitular y Rector del Seminario de Sevilla

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