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Exposición de Murillo: el Cabildo sustituye el «Tapiz de la montería» por el «Paño Mortuorio»

Siguiendo criterios de conservación, se ha sustituido en el Trascoro de la Catedral el ‘Tapiz de la montería’ por el histórico «Paño Mortuorio», dignificando el espacio expositivo y con proximidad a la conmemoración de los fieles difuntos.

Este paño fúnebre se usaba en las exequias de los miembros del Excmo. Cabildo Catedral.

Los visitantes podrán contemplar esta magnífica obra textil del siglo XVII que se restauró en 2008 para la muestra «Andalucía Barroca»

Es una pieza de gran formato, cuyas dimensiones son 320 x 270 cm, realizada a base de bordados en oro y sedas sobre terciopelo negro.

Para su exposición al público se ha procedido a la adaptación de cogidas y trabajos de mantenimiento. Como soporte de refuerzo aparece por el reverso otro tejido.

Ana Isabel Gamero

Conservadora de Bienes Mueble Excmo. Cabildo de la Catedral

Paño mortuorio

Atribuido a Francisco Ribera

1679

Bordados en oro y sedas sobre terciopelo negro 320×270 cm.

Sevilla Catedral 

Los paños de los difuntos, antaño indispensables en la liturgia fúnebre, se prodigan a partir del siglo XVII, en las parroquias, conventos, hermandades y cofradías de la ciudad. Se utilizaban para recubrir el túmulo instalado ante el altar mayor. Tan majestuoso conjunto quedaba presidido por la cruz parroquial ante dos ciriales y rodeado por blandones. Cuando fallecía un seglar, el paño mortuorio se disponía con la base de la custodia-ostensorio y las Ánimas mirando al presbiterio. En cambio, si era un sacerdote, se disponía al contrario ya que los féretros de los clérigos se conducen a la inversa del resto de los fieles.

Este paño fúnebre se usaba en las exequias de los miembros del Cabildo Catedral. El diseño, muy simétrico, consta de una menuda guardilla que corre por todo su borde rectangular. Luego una ancha cenefa perimetral, de temática flora, refuerza el formato del mismo.

En el centro, dominando la composición general, destaca un gran tondo con la Giralda flanqueada por dos jarras de azucenas, emblema del citado Cabildo eclesiástico. Por cimera ostenta una suntuosa corona de la que brota un vistoso follaje, concebido a modo de lambrequines. En los ángulos de tan magnífico ejemplar campean sendos escudetes heráldicos, orlados de roleos, elementos vegetales y florales. Todos repiten el simbólico motivo central. El total resultante se enriquece, además, con dorada flecadura.

Dicho paño está bordado en gran parte a base de cetillos y empedrados, sobre un relleno de balleta amarilla. Las cinco giraldas están coronadas por sendas figuras realizadas con punto de matiz. Esta labor quizás corresponda al restaurador, que pasó el bordado a un nuevo terciopelo negro. También son posteriores las labores de canutillos que adornan las referidas giraldas. Las azucenas de las jarras son de jiraspe. Sobre su posible autoría se sabe que, en 1679, se pagaron 57.800 maravedíes por el bordado del «paño de señores difuntos» de la Catedral de Sevilla a Francisco Ribera o Ribero, avecindado en la collación de Santa Cruz. En torno a este rico paño de túmulo, más de una vez, habrán resonado los versos del salmo de profunis, que rezan así: » Aguarde Israel al Señor, como el centinela la aurora, porque del Señor viene la misericordia, la redención copiosa» (Sal 129,7) Como puede observarse late en esta salmodia la esperanza cristiana, de la que está imbuida la liturgia exequial de la Iglesia.

Juan Miguel González

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