Tras 118 años de dominación islámica en los que se reutilizó o compartió una de las basílicas cristianas como lugar de oración, Umar Ibn Adabbas, cadì de Isbiliya, por orden del emir Abderramán II mandó construir una mezquita entre los años 829 y 830, probablemente sobre el edificio basilical
romano, que habría servido como iglesia cristiana en época visigótica.
Se daba así continuidad al tradicional uso sagrado de este espacio, entonces la mezquita principal de la ciudad la que lo ocupaba, siendo una de las más antiguas de todo Al-Andalus.
La especial ubicación de la nueva mezquita, justo en el lugar que durante siglos había sido identificado como sagrado por los habitantes de la ciudad y con unas dimensiones similares, permitió reforzar el carácter religioso de la construcción, al tiempo que se reaprovechaban tanto los materiales constructivos para la bra. Esto también añadía un contenido simbólico por la superposición de la cultura islámica sobre las precedentes.
Entonces como ahora, el edificio era uno de los lugares más concurridos y animados de toda la ciudad y estaba rodeado de actividad y vida tanto religiosa como cívica.
Desde el inicio de la presencia musulmana en Hispania, a partir de 711, y hasta la llegada de la dinastía Almorávide, a finales del siglo XI y sobre todo con la instauración del imperio Almohade en 1148, las comunidades cristianas pervivieron en los territorios bajo dominio islámico. Se conoció como mozárabe a todo aquel cristiano o judío hispano que permaneció en al-Ándalus practicando su religión y costumbres.
Fernando en 1248, se produce la restitución del culto cristiano. Con mucha frecuencia y ante la necesidad de disponer de los espacios sagrados necesarios para el culto se van a reutilizar muchas mezquitas. Este es el caso de la nueva colegial del Divino Salvador, resultado de consagrar la antigua mezquita aljama de Sevilla, conocida como de Ibn Adabbas.
El rey Fernando ordenó dedicar este nuevo templo al Divino Salvador del Mundo, dotándolo de abad y diez canónigos. Se le otorgó el rango de colegial,
inmediatamente inferior al catedralicio. La operación de adaptación fue progresiva y consistió en el cambio de orientación del templo, la creación
de un altar mayor y coro para la celebración de la liturgia de las horas, la transformación del patio de abluciones, así como la instalación de numerosos
altares y capillas privadas. Las corporaciones y particulares que adquirieron las capillas y altares son el germen de las primeras devociones y hermandades como la de Ánimas Benditas, fusionada más tarde con la Sacramental. También propician el primer adorno artístico del templo con retablos, esculturas, pinturas y ajuar sagrado.