El lunes después del domingo de Pentecostés, la Iglesia celebra la memoria de la ‘Bienaventurada Virgen María, Madre de la Iglesia’. Hoy, fortalecidos por la presencia del Espíritu Santo, tenemos la ocasión propicia para recordar que el crecimiento de la vida cristiana, debe fundamentarse en el misterio de la Cruz, en la ofrenda de Cristo en el banquete eucarístico, y en la Virgen María, Madre del Redentor y de los redimidos.
Dedicamos este día a profundizar en una dimensión importantísima de nuestra fe: la Iglesia que Cristo fundó está ligada íntimamente a su Madre y al papel que Ella desempeña dentro del plan salvífico de Dios.
