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DON gonzalo de mena, FIGURA CLAVE DE LA IGLESIA HISPALENSE MEDIEVAL

El toledano Gonzalo de Mena llegó a Sevilla el 28 de enero de 1393 y fue nombrado Arzobispo de la ciudad por el Rey castellano Enrique III `el Doliente´, y ratificado por el Papa a finales del mismo año. Anteriormente, había ocupado sucesivamente las sedes episcopales de Calahorra y Burgos lo que le había dado experiencia para afrontar una de las sedes más conflictivas de España.

La mayor parte de las noticias del arzobispo don Gonzalo de Mena y Roelas (Toledo h. 1337-Cantillana 1401) atañen a su prelatura en la archidiócesis de Sevilla, donde transcurrieron los últimos siete años de su vida, cuando desempeñó importantes encargos del monarca Enrique III y llevó a cabo cambios significativos recogidos en el Memorial sumario de los Arzobispos de Sevilla del abad Alonso Sánchez Gordillo (1612), y en los Anales eclesiásticos y seculares de la muy noble y muy leal ciudad de Sevilla de Diego Ortiz de Zúñiga (1677).

REALIZÓ UNA GRAN LABOR DE PACIFICACIÓN DE LUCHAS SEÑORIALES REFORZANDO LA AUTORIDAD ECLESIAL FRENTE A LA NOBLEZA MÁS RADICAL

El arzobispo, desde el primer momento, supo imponer sensatez. En 1394 llegó a enfrentarse con el poderosísimo gremio de los mercaderes, la burguesía local que pesaba casi tanto como la nobleza (los caballeros veinticuatro).

Estos mercaderes, desde el año 1248, fecha de la conquista de Sevilla por el rey san Fernando, tenían su mercado de sedas, joyas, perfumes, piedras preciosas y otras mercaderías de valor, en el patio de los Naranjos de la Catedral. Cuando llovía, entraban en el templo y allí continuaban sus tratos, licencia que se había mantenido durante doscientos cincuenta años, bajo veinte arzobispos. Gonzalo de Mena, siguiendo la lección evangélica, expulsa a los mercaderes del templo, y por ser aquel año (1394) de gran sequía y de aflictivo paro obrero, decide junto al Cabildo de la Catedral a invertir los fondos de que disponía en una obra para dar trabajo a los obreros desempleados: la construcción de las gradas altas y bajas que rodearán el templo catedralicio. Y más aún, la erección de columnas, unidas entre sí por cadenas, para rodear el recinto de un espacio de terreno «de asilo». No sirvieron las protestas de los mercaderes, ni siquiera del Consulado de los Genoveses, organización mercantil en la que participaban genoveses, placentines, y otros comerciantes italianos, tan poderosa que incluso tenía dos compañías de tropas propias. El arzobispo se mantiene firme en su postura, y los mercaderes han de abandonar su mercado.

SEVILLA LE DEBE ALGO TAN IMPORTANTE COMO LA CONSTRUCCIÓN DE LA ACTUAL CATEDRAL GÓTICA

Desde la Reconquista, Sevilla tenía por catedral la antigua mezquita mayor de dimensiones colosales. Tras la derrota quisieron derribarla antes de entregarla a la ciudad, y así lo manifestaron al rey San Fernando y a su hijo don Alfonso quien se opuso firmemente. De este modo la mezquita se salvó de la destrucción y, al rendirse Sevilla, fue consagrada por Catedral, en ceremonia oficiada por el obispo don Remondo, que acompañaba al rey Fernando en el asedio de la ciudad y que fue el primer prelado titular de la sede hispalense al producirse la Reconquista.

La catedral mudéjar resultó gravísimamente dañada por el terremoto ocurrido en 1396. Entonces don Gonzalo de Mena determinó que en vez de restaurarla (lo que parecía imposible por el gran daño sufrido, e innecesario por tratarse de un edificio árabe en una ciudad ya cristiana), encargó, ya enfermo de muerte, que se estudiase la construcción de un nuevo templo, al estilo gótico, que era el que en aquel entonces se usaba, con grandeza y primor adecuados a culto divino en tan importante ciudad.

HERMANDAD DE LOS NEGRITOS

En su desempeño de 8 años, fundó un Hospital para asistir a los esclavos negros, que una vez mayores o enfermos quedaban abandonados en los arrabales de la ciudad. Por tanto, el hospital vino a ser no sólo un centro sanitario para curar a los esclavos, sino un asilo para recogerles caritativamente en su ancianidad. El prelado toledano hubo de luchar incesantemente contra los nobles y contra los traficantes de esclavos, obteniendo un trato más benigno para los negros,

EL SEPULCRO DEL CARDENAL

Murió don Gonzalo de Mena a veintiuno de abril de 1401 y fue enterrado en la Catedral, en la capilla de Santiago el Mayor, con una lápida que dice:

AQUI YACE DON GONZALO DE MENA
NATURAL E NAÇIDO EN TOLEDO, QUE DIOS PERDONE, OBISPO QUE FUE DE
CALAFORRA E DESPUES DE BURGOS, E
DESPUES ARÇOBISPO DE SEVILLA, EL QUAL FINO EN JUEVES VEINTIUN DIAS
DE ABRIL EL ANNO DEL NACIMIENTO
DE NUESTRO SALVADOR JESUCRISTO
DE MCCCCI ANNOS. POR EL DIGAMOS
PATER NOSTER
UN TOLEDANO EN LA SILLA ARZOBISPAL

El sepulcro estuvo en la Catedral y después se trasladó a la Cartuja en 1594 , donde estuvo hasta la Desamortización de Mendizábal. Regresó a la Catedral alrededor de 1849, donde ha permanecido hasta el momento adosado a un muro que da al patio de los Naranjos bajo un gran ventanal con una vidriera que representa la conversión de San Pablo.

El sepulcro, de estilo gótico, está hecho en alabastro tallado y pulimentado que inicialmente estuvo policromado y dorado. En él aparece el arzobispo vestido de pontifical, con mitra, casulla, túnica, tunicela y báculo, guardando cada una de las esquinas del sepulcro ángeles custodios.

Fue restaurado por completo en 2018 siendo desmontado para ello, en una labor gracias a la cual fueron recuperadas tres escenas hasta ahora no visibles al estar situadas en la cara del sepulcro adosada al muro colindante al Patio de los Naranjos. Aprovechando la ocasión, fue trasladado desde la pared hasta el centro de la capilla, recuperando su posición original pues de hecho fue concebido como una obra exenta, con 13 escenas repartidas en sus cuatro caras.

Junto a las piezas de alabastro encontradas en el interior del sepulcro fueron recuperados los restos del arzobispo, que se hallaban dentro de una caja de plomo.

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